domingo 16 de enero de 2011

Todos los días: excesivo coloquialismo vrs. fuerza de la imaginación



Heber Sorto publicó su poemario Todos los días en el año 2005, con el sello editorial Il Miglior Fabbro, una iniciativa independiente de Salvador Madrid que después pasó a ser parte del occiso (o zombie ya) Paíspoesible, o lo que queda, fragmentos, digamos. Ignoramos si el señor Sorto, a quien dos de nosotros no tienen el gusto de conocerlo personalmente, pertenece o no a la resistencia. Suponemos que sí, por las temáticas que aborda su libro y por su origen humilde. Como ya hemos tenido un primer tropezón en asuntos políticos, quisiéramos aclarar que aquí no nos importa la trayectoria política de Sorto. Es verdad que la literatura y la política pueden o no guardar relación con la obra de un poeta, pero el lector puede hacer una lectura puramente estética, superficial o política del texto. Así que nosotros hemos optado por descartar lo político al menos por ahora. Por la simple y sencilla razón de que queremos referirnos a lo textual poético. Esperamos que nuestros lectores sepan comprender esa licencia y pedimos disculpas por aquellos que preferirían una lectura más atenta a lo político.

Comenzamos por la envoltura del regalo. Todos los días ostenta el título de antología poética y eso ya nos genera ciertos prejuicios. No estamos seguros que sea tan saludable que un poeta tan joven y con una obra tan breve recoja en un libro “lo esencial” de su “obra”. Porque eso es una antología: lo esencial, lo que tiene fuerza para perdurar en el tiempo. Para un poeta treintañero, la vida comienza, queda mucho por aprender, queda por delante una obra por crear y un trabajo que cultivar. A menos que se llame Rimbaud. Por eso nos sorprende un poco esa prisa por lo antológico, tal como le pasó a su amigo Fabricio Estrada con su Imposible un ángel. Tal vez era mejor llamarlo de “selección” o “muestra poética”. Pero comprendemos que el autor puede verse tentado a publicar bajo el título de antología poética  ante el ofrecimiento de una editorial que buscaba a toda costa levantar un movimiento poético incluyente y animoso, aunque con enormes disparates la mayoría de las veces. Esta práctica de editar antologías y hasta obras completas cuando el poeta está en pañales no es exclusiva de nuestra patria, claro.

Abrimos el libro y en la solapa encontramos: Heber Sorto. Olanchito, Yoro. 1973. Poeta y gestor cultural. Se enojarán mucho con nosotros algunos lectores, pero ¿qué título es ese de “gestor cultural”? ¿No les suena un poco afectado ese título en un país donde todos los poetas y escritores tienen que gestionar sus propias publicaciones y presentaciones? Y esto va para muchos otros poetas que les encanta ostentar ese título, no sabemos ni entendemos por qué. Lezama Lima dirigía su revista y promocionaba poetas de aquí y de allá y hasta ahora nunca hemos visto una biografía que diga: “José Lezama Lima. Poeta y gestor cultural”. “Horacio. Poeta y gestor cultural”. “Homero. Gestor cultural”. Vaya pues, que en estas cosas los títulos son títulos y cada uno se pone como quiere. La titulitis es un típico vicio hondureño fomentado desde las escuelas y las universidades, y es fomentada y potenciada por la mala raza política hondureña (oh, contradicciónla nuestra, que pronto llegas: ya hemos caído en política). Les encanta llamarse licenciados, doctores, gestores, poetas, etc. Nada tenemos contra las titulaciones. Reivindicamos la educación. Pero, señores, ¿no es cierto que hay un montón de gente que insiste en que los llamen de licenciados como sucedía con el personaje de Chespirito? Ese a quien el Chaparrón le decía: “Oye, Lucas”, decía. “Dígame licenciado”, solicitaba Lucas. “Licenciado”, respondía Chaparrón. “Gracias, muchas gracias…” Pasa lo mismo con la palabra “poeta”. También a algunos cineastas (te estamos viendo Hispano Durón) les encanta esa ostentación de títulos. Pero bien, ojo, mucho ojo, no criticamos que alguien se ponga en un currículum un título que se ha ganado. Criticamos el envanecimiento. En todo caso, este es un comentario muy personal de Juan Lector, así que ignorémoslo.

Hasta ahora, solo estamos hablando de asuntos superficiales, querido lector, y no te culpamos si quieres abandonar la lectura por culpa de nuestras limitaciones y divagaciones.

Seguimos abriendo el libro y ¡pum!, de cabeza a los poemas. ¿Qué no era una antología poética? ¿Quién hace la antología? ¿La selección estuvo a cargo de Pichirilo Cruz, el Pescado Rodríguez, Chanchuyo Sánchez, Chencho Cruzado o Juan Lector? ¿Es una antología personal o una antojolojía? La antología está dividida en cuatro partes tituladas: “Fundación del hastío”, “Monólogos a media luz”, “De la alegría, una rendija” y “Adentro de la desnudez”. El lector acostumbrado entenderá la intención temática del misterioso antólogo (más misterioso que Juan Lector), pero toda antología que se precie de serlo debería de tener al menos unas palabritas que nos explicaran a qué mundo nos vamos a meter. Sentido común. Como cuando usted va a una presentación de un libro y hay una persona que dice buenas tardes, el día de hoy vamos a presentar el libro de Fulanito que se titula así y asá, y es un libro que trata de esto y lo otro y tiene estos temas y esta intención, etc. No es que llega el poeta, se sienta y comienza a leer como si fuera misa. Culpa del editor, señores, culpa del editor. Pero también del autor, que debe de avisparse un poco más y sugerir mejoras en la organización del libro.

La primera parte del libro se titula “Fundación del hastío” (ya lo dijimos, Juan). Un buen título. Mucho mejor que el título de la antología, tan sin gracia. El mayor reparo que tenemos respecto a la poesía de Sorto quizá sea a la vez su mayor virtud: la sencillez. Sorto escribe con una asepsia de camisa blanca (por favor, por favor, sin lecturas políticas, señores, ya dijimos. Si decimos camisa blanca es por obviedad y falta de imaginación nuestra). Sus versos son libres, algunos breves y otros llegan a los límites del versículo. De esa primera sección, el primer poema es un poco débil: a veces, esa sencillez, se vuelve de un coloquialismo que desentona con la suavidad de sus palabras, pongamos un ejemplo:

El amor no se cuenta con días ni esperas,
ni con pétalos,
el amor se cuenta y se comparte
cuando estamos metidos en el ojo de un pájaro.

La imagen mejor lograda de este cuarteto la echa a perder una palabra tan burda y campechana como “metidos”. Mata el ritmo, la elocuencia, el buen decir. “El amor se cuenta y se comparte / cuando estamos dentro del ojo de un pájaro”. Cambia un poco el sentido, si lo pensamos bien. Porque una cosa es metido, como si algo o alguien hubiera introducido algo; y otra cosa es estar dentro. Creemos que en el segundo caso, la imagen se vuelve más sugerente. Pero no vamos a quedarnos haciendo reparos a pequeñas palabras que al final es el poeta quien mejor sabe cómo organizar su texto. Sí nos parece que su texto es excesivamente naif. Sus versos tienen la humildad –virtud, claro– del propio Sorto. Sin embargo, a nivel poético, se puede hablar desde la humildad con un decir más “cosmopolita”, por ponerle un adjetivo. Y en ocasiones Sorto lo logra. Pongamos un ejemplo de lo que es un poeta que nos habla con un lenguaje más iluminado, veamos el poema Monólogo:

La tristeza montada en su caballo
viene con mi voz doblada en el brazo.
Lo pasado por estas horas solas
no ha de salir mañana en los diarios.
El verano ha crecido hasta las fuentes
y la luz se inclina para cruzar los arcos.
Con árboles frondosos en los ojos,
con raíces profundamente hundidas
con todo el sol de la palabra, poco a poco,
la gente se aleja de esta casa
y yo hago trampas para quedarme solo.

Suprimiríamos algunas tres o cuatro palabritas de este poema, pero lo cierto es que aquí hay poesía. La tristeza se personifica, la voz se tuerce, el verano crece, la luz se inclina, los árboles son frondas en los ojos, en fin, toda una atmósfera de símbolos y formas poéticas, imaginistas. El poeta ya no es coloquial ni conversacional aquí. Lo aparenta, pero detrás de cada verso se observa que busca que las palabras digan algo más allá de la obviedad, lo cual no sucede en poemas como “Primera lección”, donde se vuelve descriptivo y nos presenta imágenes obvias de aceras, patios, golondrinas y ratas. Esto de las ratas, por cierto, es una imagen ya muy gastada en la literatura en general y en la hondureña particularmente, siempre la misma escatología, ¿acaso no pueden nuestros poetas renovar arquetipos escatológicos? En esta parte del libro aparecen las ratas en “Ciudad”, “Primera lección”, “Preguntas al espejo”. Luego, el verbo escupir para señalar opresión, humillación, es muy recurrente. Vemos también una excesiva influencia sosiana, no solo por la búsqueda de la sencillez, sino por imaginarios sobre el país y el paisaje. Y no es que esté mal ver el mismo paisaje, lo que sería mejor es que ese mismo paisaje fuese mostrado con otra poética, con otra estética, que no la sosiana, no porque esté mal lo sosiano, sino porque ya esperamos nuevos caminos y nuevas formas en la literatura de nuestros jóvenes. Por ejemplo, cuando Sorto nos dice: “Este país abre los ojos y se echa a rodar calle abajo” en realidad dice “este no es un país, es un paisaje y se hunde” (Roberto Sosa, El llanto de las cosas).

En la segunda parte, Monólogos a media luz (otro buen título aunque no como para un poemario, claro), continúa el mismo ritmo sosegado. Señores, sí, es una virtud el sosiego, pero esperamos altas tensiones también, poemas que hagan chispas y no que mantengan la salmodia. De esta sección tenemos reparos y hallazgos. Otra vez el problema del coloquialismo. ¿Estamos en contra de la poesía coloquial? ¿Queremos, los de Discrepancias Electivas, una poesía de alto lirismo o de vaca sagrada? No, queremos variedad. No condenamos ni lo conversacional ni lo lírico. Lo que sucede es que el lenguaje que el poeta elige para manifestar su propuesta estética debe tener cierta unidad con el contenido. Forma y contenido son inseparables, todo mundo sabe eso. Cuando Nicanor Parra nos habla con sus chilenismos, con sus chistes, con su irreverencia, hay esa unidad. Eso mismo esperamos de un poeta. Por eso hacemos tanto hincapié en ese aspecto de la poesía de Sorto. Una poesía que habla con dulzura, con suavidad, con delicadeza, de pronto nos sale con expresiones que bien podrían caber en otra estética, pero no en la suya, por ejemplo:

Siempre amé las ventanas
aunque nunca tuve una para compartirla,
pero alguien me hablo que de a ratos
el paisaje se mira a través de paredes o de lágrimas.

¿”De a ratos”? Si no te suena feo esto, querido lector, con todo respeto, puedes adherirte al mal gusto de los “Poetas” del Grado Cero. Por ahí en el libro salpica otra expresión de ese corte: “No estoy a gusto”.  Sí, ya sabemos que dirás que estamos demasiado meticulosos. Pero es solo un parecer nuestro, a lo mejor ayuda, si no, por suerte, nadie se morirá.

Pero vamos a los hallazgos de esta parte del libro y de las dos últimas. Señores, aunque se nos ofendan los bolañitos (nos encanta Bolaño, ojo), aunque se nos ofendan los parrianos y los que predican la “fealdad” en la poesía contra la solemnidad (cosa en la que coincidimos pero sin chabacanerías), aunque se nos pongan celosos algunos poetas muy sociales o muy chistosos, tenemos que decir que la poesía de Sorto tiene momentos altos. Versos como: "El viento de oriente se retenía en su mano", “el viento con los ojos rotos viene a caballo”, “mi madre es una mansa forma en su máquina de costura”, “tenemos un faro más amplio que la noche y juntos cabalgamos como ángeles sin alas”, “era el tiempo en que los madreados estiraban los brazos y lloraban hasta que lograba dormirlos”. Incluso cuando tiene instantes de erotismo sabe desbordarse en imaginación: “cuando suelto los candados de tu boca, entonces hay peces que saltan de tu lengua”, “ella llovía descalza de los senos sobre el mundo, cantaba un río de pájaros”. También: “su corazón es un molino de viento bajo el agua”. Señores, esta es la poesía que esperamos, renovada, con nuevos bríos, sin embalajes tan benedettianos. Insistimos: nada tenemos contra la sencillez. Pero ya hemos visto suficiente sencillez en la poesía hondureña: Óscar Acosta, Roberto Sosa, José Luis Quesada, Rigoberto Paredes. Y está bien. Pero cuánto más crecería la poesía, y especialmente la de Sorto, si continúa explotando más esa vena tan imaginativa, a veces surrealista, a veces creacionista (huidobriana). Se trata de salirse de la costumbre, o sea versos que nos sorprenden, que con imágenes y palabras que crean otros mundos logran explicar el nuestro: “el viento llueve en los jardines de tu oído”, “el viento pronuncia palabras de agua”.

Lo más seguro es que entremos en discrepancias con varios lectores si decimos que un poema como “Madre patria” no es precisamente lo mejor logrado. Eso sucede porque el poeta vuelve a ideas caducas: “áspera o como seas así te amo”. Preferimos al Sorto que ama con imágenes poéticas, con metáforas y pájaros en los rincones. Pero aquí volvemos al inicio de nuestra crítica: es un poeta joven aún. Hay mucho camino por recorrer. A lo mejor, basta seguir su propia Arte poética, con la que cerramos esta crítica de la semana:

Conocer el fondo por insistencia, no por raíces.
Dirigir un ejército descalzo.
Matar una serpiente con un libro.
Perseguir los versos que huyen como océano
entre canastos de basura y papeles rotos.
Sacar a los pájaros del aire.
Sembrar una lámpara para que nazca la luz.
Todo transcurre
y aún no hay nada nuevo bajo el sol.

Nota general del libro: 80%

a) Si algún amable lector tiene una imagen mejor de la portada del libro de Sorto, le agradeceremos mucho que nos la facilite. Así también, si el propio Heber Sorto (también Helen Umaña) y cualquier otro autor mencionado, nos autoriza a publicar su fotografía, sería excelente para que este blog pueda convertirse también un una forma de catalogar a nuestros autores. No publicamos fotos porque no sabemos si nuestros comentarios ofenden o molestan al autor, por eso solo la publicaremos si el propio autor autoriza desde su correo electrónico.

b) No olviden enviarnos sus comentarios y sugerencias. También títulos o secciones que puedan ser de interés. Algún autor en particular o lo que crean que pueda ayudar a matar el aburrimiento de nuestra literatura. Y no olviden enviarnos sus libros. Una vez leídos en versión digital, serán tirados a la papelera de reciclaje para proteger los derechos de sus autores. Muchas gracias por participar de este espacio juguetón.

11 comentarios:

  1. Hola amigos, mi nombre es Heber Sorto, quiero felicitarlos por este blog, agradezco mucho la crítica que algunas veces duele, pero sé, va en aras de un mayor compromiso.

    En cuanto a publicar una fotografía mia, pueden hacerlo, nuevamente gracias.

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  2. Estimado Heber: Muchas gracias por su participación. Siempre insistimos en que nuestra lectura puede ser errada, mas no tiene como fin el perjuicio. También agradecemos su autorización respecto a la fotografía. Sin embargo, en aras de garantizar la privacidad de los autores y el respeto a la integridad, solicitamos que por favor -no deje de hacerlo, será de mucha ayuda- nos envíe dicha autorización a nuestro correo: discrepanciaselectivas@gmail.com desde su cuenta de correo personal. Lo que pasa es que el mensaje que llega a nuestro correo no tiene el registro de su dirección y eso podría resultar en que otra persona esté escribiendo con el nombre de Heber Sorto. Queremos garantizar, como hemos dicho, la transparencia e integridad de los citados.

    Saludos.

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  3. Juan Lector, te has amanerado en tus críticas, no es que "a guevos" (palabrita coloquial para el escozor) tengas que ser negativo perdiendo así toda objetividad, pero considero que los platos rotos los pagó Hellen y no es justo, queremos igualdad, no seas "llamarada de tusa", nos estas aburriendo demasiado rápido.

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  4. Es que esta entrada la redactó el señor Goyo S., el más bénevolo de los tres, y la secundó José K. Eran dos contra Juan. Tenemos discrepancias internas, pero hemos hecho un pacto de mayoría de votos, lo cual creemos que es saludable. En el caso de Helen, había unanimidad. No siempre se puede quedar bien con todos. Reconocemos que hubo dureza en el caso de Helen, pero recuerde, Anónimo, la extensión del libro de Helen y el riesgo de la propia autora daba para muchas más críticas, que no necesariamente consideramos "negativas". En el caso de Sorto, es un libro que no excede las 60 páginas. Vendrán nuevas discrepancias. Y una de ellas sospechamos que creará hogueras: no la hemos anunciado, pues no es una crítica sobre libros...

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  5. Lastima que no den su nombre pero no deja de ser interesante lo que escriben, cuando van a publicar otras criticas? ya me aburri de estar leyendo lo mismo.

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  6. Estimado Anónimo:

    Pronto viene una nueva entrada, hoy o mañana. Gracias por leernos, qué bueno que te interese lo escrito aquí. Saludos.

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  7. Saludos y felicitaciones, la crítica es importante en el desarrollo de una literatura nacional. No creo que la adulación y la condescendencia rindan mejores frutos que la poda, la limpia, la roza que acostumbra nuestro pueblo. De nuevo les mando mi reconocimiento, sigan asi que su trabajo (que es un esfuerzo analizar una obra sin una recompensa monetaria)es fundamental para nuestro crecimiento. Aprendemos de su óptica. Gracias.
    Bairon Paz.

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  8. ruego a dios que ustedes no cesen de seguir orientandonos con su critica audaz y constructiva, me he vuelto su devoto y su sitio web es ahora mi santo santorum, adelante muchachos con la depredacion....

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  9. estoy muy molesto con la apreciacion un tanto injusta que hacen de la obra poetica de heber sorto, un poeta de la dimension de escritores de la talla de marco antonio madrid, felipe rivera burgos, mario berrios, rolando kattan, samuel trigueros, dennis arita y mas.

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  10. Ilustres Caballeros, sigan escribindo de la forma en que lo hacen, el destinos le deparara una silla de ruedas... ja, ja,ja....

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  11. Señor Anónimo del 28 de enero: gracias por su bilis, de hecho uno de nosotros ya usa silla de ruedas. Saludos.

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